Thursday, December 08, 2005

Vecinos del barrio "Fernando García: compositor musical"


Músico en la omnipresencia

Exiliado en el año ’73 por Pinochet se dirigiría a Honduras, pero los “mafiosos de la música” (sus amigos) lo hicieron aterrizar en el Perú. Lugar donde Fernando García, se desempeñaría como profesor del Instituto Nacional de la Cultura por seis años. En el año ’79, su esposa Hilda Riveros visitó Cuba y el propio Fidel la invitó a quedarse. Por lo que durante diez años vivieron asilados en la tropical isla junto a sus hijos Leonardo y Alejandro.

Actual profesor de la Universidad Chile, Fernando García, ha creado más de cien piezas en su trabajo de compositor musical. De alta estatura y grandes ojos azules, este autor intenta relatar ávidamente su paso por la música tanto en el Perú como en Cuba, producto de su exilio en el año ’73, durante el régimen militar. Su voz ya un tanto debilitada y sus sienes amarillentas (los setenta deben rondar su existencia), no son razones para creer que se encuentra desgastado. Y menos al ver que lleva una camisa de múltiples colores al “son” tropical de la Habana.

Su afición por la música estuvo presente desde muy pequeño. Su abuelo Martín García, era pianista y además tocaba el chelo, por lo que las melodías siempre se mantuvieron dentro de su cabeza. “Fernando se inició a temprana edad, estimulado por un ambiente familiar en que su contacto era habitual con figuras de la vida artística e intelectual nacional”, comenta Rodrigo Torres, colega y amigo de García.
Durante su época estudiantil, se dedicaría a también al piano y chelo, pero él mismo se declararía inepto para estas artes: “Puede que tengas mucho títulos de músico - comenta García-, pero si no posees el talento nada puedes hacer”.

Producto de su frustración y la presión del medio social, decide estudiar Medicina en la Universidad Católica, lo que le duraría tres años. Asistiendo a clases a saltos, se escapaba para ir a los conciertos de orquesta.
“Fue la auto presión en parte, además por imbécil y estúpido el no haber tomado la opción de estudiar música”, expresa García. Por lo que durante los años ’50 se dedicaría a tomar clases particulares de composición musical en el Conservatorio de Ñuñoa.

Ya en el año ’56, se une a la “Orquesta de profesores de la Universidad de Chile”. Tres años más tarde se desempeñaría como inspector del coro de la misma institución, lugar donde conocería a su esposa Hilda Riveros. Actual Directora del Ballet juvenil de la Universidad de Chile), quien trabajaba en el departamento de danza del centro universitario como bailarina de ballet. Declarado agnóstico, García y su mujer, decidieron contraer matrimonio por el civil luego de siete días de “pololeo”.
“No existió ningún tipo de presión para que nos casáramos, nos enamoramos y ya
- explica Hilda Riveros-, los 45 años de casados lo comprueban”.

A patadas de Chile en el año ‘73
Antiguo y activo militante del Partido Comunista (PC), Fernando García, fue expulsado del país junto a su mujer Hilda y sus dos hijos Alejandro y Leonardo, con una “L” en su pasaporte (lista para no entrar a Chile). Luego de éste llevar cinco años como miembro del consejo superior de la Universidad de Chile.

Su paradero era Honduras, pero la “mafia de músicos” (como García llama a sus amigos), le hicieron aterrizar en Lima, los que más tarde le ofrecerían asilo junto a su familia. Durante seis años, García trabajó como profesor de composición del Instituto Nacional de la Cultura, y su esposa como directora del “Ballet moderno de Cámara”.

Ya en el año ’79, serían expulsados de las tierras peruanas dada la celebración del “Centenario de la Guerra del Pacífico” en estas tierras, razón que deja más explícita el disgusto de que “estos chilenos” vivieran a costas del Perú. Para su suerte, en el mismo año Alicia Alonso (Directora del Ballet Nacional de Cuba), invita a Hilda Riveros a asistir al “Festival de la danza en la Habana”. Lugar donde el mismo Fidel le diría “quédate”, para que se integrara al Ballet Nacional. Semanas más tarde, los García-Riveros harían sus maletas para asentarse en las arenas blancas de la tropical isla, donde Fernando con expresa libertad crearía una de sus tantas obras como asesor musical de Alonso, del “Gran Teatro de la Habana”.

De regreso a las raíces
El aire cálido y la música como la salsa y la cumbia mantenían encantado a Fernando y a su familia. Pero ya era hora de regresar a las tierras chilenas. Dos semanas antes de las elecciones presidenciales en Chile en el año ’89, la “L” había sido invalidada de su pasaporte. Por lo demás, a su esposa la habían invitado al “Teatro Municipal” para ser miembro de éste. Con los bolsillos vacíos llegaron a Santiago, pero como García expresa: “Por suerte mi madre se murió”. Lo que conllevó a que heredara el departamento en el que hoy vive en la calle Miraflores, del barrio Parque Forestal.

Por largo tiempo estuvieron alimentándose del poco pan y arroz que la iglesia les otorgaba. Hasta que seis años más tarde, la Universidad de Chile lo incorporaría como profesor de composición, luego de variados exámenes que le hicieron realizar cuestionablemente, ya que éste ya había formado parte del cuerpo docente de la institución. “Fernando no es licenciado en su materia, pero claramente sus años trovando a través de la música, hablan más que un cartón”, añade Beatriz Salgado, alumna de García.

En el año 2002, le fue otorgado el Premio Nacional de Arte. Aquí es que García pudo comprobar su teoría, de que no se necesitan un montón de papeles y pruebas para ser buen artista. Sólo se debe poseer el talento.









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